sábado, 1 de agosto de 2015

Vozes Livres sobre Tralhas : sobre la intersubjetividad

Laura Serrano Vecino 



“…Se han hecho unos experimentos. Se hace dormir a un sujeto. Cuando empieza a soñar y eso se sabe por el encefalógrafo, se lo despierta. Luego se lo hace dormir de nuevo, y de nuevo se lo despierta cuando empiezan los sueños. Dicen que así se ha puesto al hombre al borde de la locura. Esto prueba que el sueño sirve para no volverse loco en la vida cotidiana. Yo pienso que con el arte pasa lo mismo, que el arte es para la comunidad lo que el sueño es para el individuo. Tal vez sirva para salvar a la comunidad de la locura. Y esa sería la gran misión del arte."
Ernesto Sábato
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El desarrollo y la construcción de las artes en la vida contemporánea son el resultado de sentimientos profundamente humanos que se desenvuelven en medio de un mundo que avanza progresivamente en la cosificación de las relaciones sociales y el distanciamiento entre las humanidades, descrito como “la sociedad del espectáculo”[1]. En este contexto, ha resultado imperativo, para las esferas y actividades que corresponden a la expresión de lo inmaterial, como son las artes, crear canales comunicativos, de intenciones de encuentro, de identidades y experiencias colectivas.

Diferentes obras y aportes que se hacen actualmente en el campo de las artes parten del sentimiento y la apreciación subjetiva que se ha desarrollado en el marco de relaciones sociales características de esta época, pragmáticas, efímeras y que desde la sociología y concepciones posmodernas de las ciencias sociales se han denominado como “líquidas”. Se trata por tanto de una construcción de individualidades en un proceso continuo que se corresponde con elementos socio-históricos y relacionales. En correspondencia con esto, la obra de arte se concibe y realiza como el espacio para la manifestación de subjetividades, entendiendo estas en los términos de Felix Guattari (1992) como “o conjunto das condições que torna possível que instancias individuais e\ou coletivas estejam em posição de emergir como território existencial auto-referencial em adjacência ou em relação de delimitação com uma alteridade ela mesma subjetiva” (p.19).

Es importante considerar esto bajo la idea de las artes en las dinámicas contemporáneas como un proceso inacabado, no como un resultado, sino como una posibilidad y una intención. Así, “el combate por la modernidad se lleva adelante en los mismos términos que ayer, salvo que la vanguardia ya no va abriendo caminos, la tropa se ha detenido, temerosa, alrededor de un campamento de certezas. El arte tenía que preparar o anunciar un mundo futuro: hoy modela universos posibles” (BOURRIAUD, 2008; p.11). En este sentido, se trata de hacer proposiciones que se realizan en la interacción con los espectadores. El arte se vuelve entonces experiencia, un espacio de encuentro que se consuma gracias a la diversidad de subjetividades que allí se manifiestan, pero también en los canales que se crean entre ellas, es decir, en el intercambio vivencial que permite la elaboración colectiva de sentidos, lo cual ha abierto lugar a nuevos ejercicios que juegan con las formas, las temporalidades y los espacios, como son los performance o los ejercicios de intervención.  

De esta manera la obra se realiza en dos momentos en los que intervienen diferentes individualidades con sus pensamientos, sentimientos y acciones. De un lado, la concepción del artista que planea en su mente y configura el espacio que se dispone al encuentro y de otro lado, la interpretación y acción que sobre él hacen los espectadores/participantes. Para la realización de la obra y visualizarla de manera amplia, estos dos elementos deben ser vistos con una dinámica de construcción no lineal, sino de interacción dialéctica modificando y reconfigurando concepciones iniciales y percepciones interpretativas, abriendo nuevos universos de subjetivación que hacen de la función poética algo que

Não se trata, para ela, de transmitir mensagens, de investir imagens como suporte de identificação ou padrões formais como esteio de procedimento de modelização, mas de catalisar operadores existenciais suscetíveis de adquirir consistencia e persistencia (GUATTARI, 1992; p.31).

El arte no es entonces un producto, sino el proceso mismo de creación que se aleja de los cánones de producción industrial y controlada que ha maquinizado el trabajo humano y consecuentemente las dimensiones sociales de la vida.

Entendida la poética en estos términos, puede decirse que nadie sale intacto de una obra de arte, pues el encuentro que se da en cada una de ellas pone en cuestión una ética colectiva que se da por la transmisión o liberación de aquello que Guattari (1992) denomina “cargas afectivas contagiosas” (p.12) que llevan a una revolución fundada en las reivindicaciones de singularidades subjetivas. Esto quiere decir que se da el establecimiento de territorios existenciales relativamente autónomos sobre sistemas de valores colectivos con posibilidades de incidencias sociales y culturales. Es válido sumar entonces a la práctica intersubjetiva, la experiencia de transubjetividad, es decir, “subjetividade em estado nascente que não cessaremos de encontrar no sonho, no delírio, na exaltação criadora, no sentimento amoroso” (GUATTARI, 1992; p.16)[2].   

Así pues, las obras y el arte contemporánea deben verse con la óptica relacional, “es un arte que toma como horizonte teórico la esfera de las interacciones humanas y su contexto social, más que la afirmación de un espacio simbólico autónomo y privado” (BOURRIAUD, 2008; p.13), sin la cual es imposible concebirlo como una práctica poética que se instaura fuera de las dinámicas de producción cotidianas, mecanizadas, alienadas y automatizadas, constituyendo para Bourriaud, en términos marxistas, un intersticio social[3].

Estas dinámicas que se dan con mayor intensidad en el espacio de la ciudad, hacen de ella el escenario privilegiado para manifestar una idea poética que problematice su funcionamiento y su cotidianidad y se plasme en ella como un proyecto político y social, que cuestione algunas ideas y factores que en el espacio urbano pasan desapercibidas o se dan por sentado, como la alienación, la temporalidad, la inconclusión y la indiferencia, que se reflejan en la misma infraestructura citadina.

A partir de las anteriores consideraciones pueden describirse e interpretarse algunos aspectos de la intervención realizada en lo que hoy debería ser la estación del Veículo Leve sobre Trilhos, VLT de Cuiabá, por los estudiantes del programa de posgrado de en Estudios de Cultura Contemporánea de la Universidad Federal de Mato Grosso, el día 14 de Julio aproximadamente entre las 16:00 y las 18:00 horas.

Dicha intervención titulada, de modo irónico tomando las siglas del VLT, Vozes Livres sobre Tralhas, se constituye en un proceso desde el momento en que empiezan a definirse ciertos parámetros en el salón de clase de la UFMT y pasa por el momento de su preparación y ejecución, pero también tiene unas repercusiones no planeadas, ni siquiera sospechadas. Es preciso realizar la descripción analítica a continuación, teniendo en cuenta 3 instancias de la obra que se configuran de forma dialéctica.

En primer lugar, está el momento de concepción y planeación de la obra realizada en el salón de clases durante semanas previas a su ejecución, proceso en el cual intervino también la apropiación del bagaje teórico para sustentar la acción. En segundo lugar, el momento concreto de la ejecución en el escenario físico enmarcado por un espacio delimitado de tiempo. El tercer momento es la trascendencia de lo anterior, teniendo repercusiones que permiten indagar por la percepción de temporalidad y espacialidad de la obra.

Sobre el primero de estos, empezó a establecerse la idea sobre un fundamento común de las subjetividades que intervendrían y la consideración teórica que se había dilucidado sobre el arte como apertura y como proyecto inconcluso permanente, llevando a poner como tema de discusión la idea de la ciudad como espacio inacabado. Allí se debatieron ideas que llenaban de contenido la propuesta, cuestionando la invención de la forma creativa de la obra y al mismo tiempo llenándola de intención, siguiendo en la práctica la propuesta artística expuesta por la teoría crítica de la escuela de Frankfurt, que dota al arte de la capacidad para manifestar y desarrollar un proyecto político o un contenido social y lo hace no sólo por lo que dice, sino también por la manera en que promueven la instalación de “colectividades instantáneas”, donde llegan a unirse elementos que parecían estar separados, pero encuentran un punto de convergencia, algo que decir de manera conjunta que afecta algunos elementos políticos y sociales.

Se trata de poner de manifiesto algo que es pasado por alto en la cotidianidad de la ciudad. En medio de los trayectos, el ruido de los automóviles y buses, el afán de los caminos y la aparente rapidez del tiempo, se olvidan los espacios no habitados. Se pasa por alto lo que no está, aunque debiera. Basta entonces solamente con posicionarse en ese lugar y hacerlo visible, para instaurar en él un momento de encuentro intersubjetivo, un principio de identidad sobre la memoria y la indignación dirigida hacia aquel espacio no-habitado sobre promesas no-cumplidas. Sin necesidad de grandes parafernalias, o sin abrir el lugar a representaciones ficticias, el espacio en sí mismo muestra lo que se quiere decir. Desde Bourriaud (2009), este ejercicio se concibe como la forma misma de la creación artística, pues “cuando el presente parece más móvil, huidizo e incierto, el artista puede problematizar en mayor medida la actualidad como tal, sin recurrir a una alegoría” (p. 26).

El ejercicio de discusión sobre aquello que se da por sentado, y sobre la representación concreta en la ciudad de ciertos grupos sociales que se imponen política y económicamente afectando a la ciudadanía, lleva a cuestionar también la función del arte y el papel del artista moderno, desacralizando y democratizando la posibilidad de realizar creaciones artísticas  por fuera de los canales “oficiales” para ello, dejando ver que no sólo quienes se han denominado artistas pueden desarrollar prácticas poéticas, sino que estas, en tanto asumen una responsabilidad social, pueden circular en otros grupos sociales que, sin el estatus de artistas, tienen la intención de manifestar algo, ampliando las posibilidades discursivas que se evidencian en los espacios urbanos.

El decir “artista” es una creación de los productores culturales, pues se trata de una identidad construida mediante enunciados normativos y performativos que “bajo la apariencia de decir lo que es, estas descripciones aspiran a hacer ver y a hacer creer, a hacer ver el mundo social conforme a las creencias de un grupo social que tiene la particularidad de poseer un cuasimonopolio de la producción de discurso sobre el mundo social (BOURDIEU, 1995; p. 92).

Así, la propuesta se define a manera de intervención, como una posibilidad práctica de hacer mostrando, lo cual la acerca mucho a una representación performativa. Esto tiene el elemento fundamental de la presencia, donde las personas se presentan como ellas mismas, donde no hay una preparación o representación para decir lo que se quiere, sino que en este caso se hace en el mismo rol de ciudadanos, estudiantes, habitantes de Cuiabá que se sienten afectados por una situación determinada: la inconclusión de la infraestructura del VLT y las problemáticas económicas y políticas que en ello se refleja.

Aparece entonces como esencial el elemento de la espontaneidad, evidente como experiencia en el segundo momento: la ejecución concreta de la intervención en el espacio físico del VLT. El elemento principal de observación y análisis aquí es la interacción con los transeúntes que al observar lo que está aconteciendo se hacen partícipes y complementan la obra. Es esto justamente lo que le confiere sentido al encuentro, pues allí se reafirma la existencia de un elemento identitario que propicia una reunión con otros habitantes de la ciudad que no participaron en la planeación del ejercicio, pero son creadores fundamentales en tanto artífices del encuentro. Esta interrelación entre los sujetos se manifestó de diferentes formas, desde gritos alusivos a la actividad y al sistema de transporte, el acto de pitar o agitar sus brazos, hasta desacelerar para fotografiar u observar con mayor detenimiento.

Se pudo evidenciar allí un entendimiento colectivo en la manifestación de subjetividades alrededor de un tema social. La existencia de diferentes subjetividades en un mismo espacio no genera necesariamente una divergencia, sino que enriquece las posibilidades de acción y experimentación de la obra, formando una conciencia colectiva que dura el instante del encuentro. No se trata, sin embargo, de un encuentro absoluto, es decir que dentro de dicho estado se producen también una serie de desencuentros, dentro de los cuales se ratifican las singularidades que dan cabida a la diversidad de motivaciones e interpretaciones que, en últimas, confieren la realización de la acción poética al abrir mundos posibles que se dan para cada sujeto según su configuración socio-histórica, de manera que “cada grupo social vehicula su propio sistema de modelización de la subjetividad” (GUATTARI, 1992; p.22).

El tercer elemento tiene que ver con la trascendencia de la temporalidad y espacialidad de la intervención, pues puede decirse que allí se sumaron dimensiones maquínicas de la subjetividad características de la configuración de relaciones contemporáneas, donde entran en juego elementos como la fotografía, video, las redes sociales y su capacidad de extender el tiempo discursivo de la obra.

La acción de Vozes Livres sobre Tralhas se podía evidenciar aun cuando ya no se hacía presencia física en el espacio, pues fue tema de conversación en escenarios posteriores, lo cual viví en experiencia personal a través de conversaciones con algunos transeúntes curiosos y con compañeros de la UFMT que habían visto o se habían enterado de esta obra por otro medio. En esto tuvo un papel fundamental la exposición de fotografías y opiniones de ciudadanos en redes sociales como Facebook o Instagram, pues esto permite actualmente una difusión masiva y veloz, aún en tiempo real, de lo que está sucediendo, lo cual que lleva a expandir progresivamente la red de encuentros de una manera que no puede ser prevista inicialmente.

La distancia y el tiempo ya no constituyen obstáculos mayores gracias a los satélites de comunicación y a internet. El aumento de las interconexiones desemboca en una verdadera reorganización de la temporalidad, que permite a personas situadas a distancias considerables, compartir la misma experiencia (ABÉLÈS, 2012; p. 58). 

Viendo la manera en que se entrelazaron las diferentes subjetividades en los tres momentos expuestos en que se desarrolló la intervención, es posible hablar de un triunfo simbólico del arte, y en concreto de la intervención Vozes Livres sobre Tralhas como práctica poética urbana, en la medida que permitió efectivamente un escape de la rutina y la cotidianidad del olvido para habitar un espacio, para establecer relaciones sociales que probablemente no se hubieran dado de otra manera.

El “régimen de encuentro intensivo” (BOURRIAUD, 2006; p. 14) que permiten instaurar estas creaciones representa un punto de fuga que abre nuevas posibilidades de existencia para insistir, en medio de una sociedad maquínica, industrial y automatizada, en el mantenimiento de comunidades que pongan de presente como condición de existencia a la humanidad.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ABÉLÈS, M. Antropología de la globalización. Ed. Del Sol, 2012. Buenos Aires, Argentina

BOURDIEU, P. Las Reglas del Arte. Ed. Anagrama, 1995. Barcelona, España.

BOURRIAUD, N. Estética Relacional. Ed. Adriana Hidalgo, 2008. Buenos Aires, Argentina.

BOURRIAUD, N. Formas de vida: el arte moderno y la invención de sí. Ed. Cendeac, 2009. Murcia, España.   

GUATTARI, F. Caosmose: um novo paradigma estético. Ed, 34 Ltda, 1992. São Paulo, Brasil.
           




[1] DEBORD, G. La sociètè du spectacle, Champ Libre, 1967.
[2] Existen además del arte, otros mecanismos que propician actualmente los encuentros intersubjetivos, como son las regulaciones institucionales de las interacciones en espacios como iglesias o escuelas; o la captación de las individualidades por los medios masivos, considerando que estos pueden tener efectos de unión, pero también de segregación y separación de las sociedades. Esto muestra que la producción de sujetos es multidimensional y heterónoma. Sin embargo, su funcionamiento se da en la mayoría de casos con una lógica correspondiente al enajenamiento de las relaciones sociales contemporáneas, frente a las cuales las artes representan una alternativa o un punto de fuga.  
[3] Este término, intersticio, fue utilizado por Karl Marx para definir comunidades de intercambio que escapaban al cuadro económico capitalista por no responder a la ley de la ganancia. (BOURRIAUD, 2008; p.15)

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