Cristina Helena Alvarez
Las olas buenas
A ti me traen:
Los aires frescos
Limpian mis carnes
De los gusanos
De las ciudades
De “Amor errante”, José Martí
-No es que deteste las flores
es que me ahogan las casas.
Oye tú, cuando las hacen
desperdician las montañas,
apenas si ellos las miran
como si fueran madrastras.
De “Flores”, Gabriela Mistral.
Las
reflexiones que siguen nacen a partir de la intervención urbana realizada el
día 14 de julio de 2015, día en que se conmemora un año de la fallida
inauguración del Veiculo Leve sobre
Trilhos (VLT).
El
evento en sí con todas sus implicaciones -pasadas, presentes y futuras- puede
ser abordado desde múltiples ámbitos de análisis, en particular me referiré
aquí a mi mirada como habitante extranjera y como desde esa posición puedo
visualizar que lo que aconteció en Cuiabá es un síntoma más de una enfermedad
que aqueja a todas nuestras ciudades: la enfermedad neoliberal.
Desde
las antípodas de Cuiabá, la información
relativa al mundial de fútbol era la que se obtiene a través del bombardeo
mediático mundial que caracteriza a esta “fiesta” deportiva. Tal como acá, en
el resto del mundo parece detenerse el ritmo habitual de las ciudades, se
suspende toda decisión política, se acaba el hambre, se extingue cualquier otro
deseo que no sea fúltbol: el mundo ES fútbol. Paralelamente, pero en una
incidencia mucho menor se conocían las noticias de una disidencia que se
manifestaba en las calles de Brasil, recibiendo toda la represión del aparato
estatal.
A
mi llegada a esta ciudad fui conociendo poco a poco el verdadero legado de la
copa, y luego de la primera impresión sobre la aberración cometida en términos
de uso del espacio, me encuentro con algo que me llama aun más la atención: la
parsimonia con la que el brasilero –o el cuiabano- se toma la situación ¿no
siente rabia el brasilero? ¿es cierto, entonces, eso de la “alegría triste”?.
Lo que sí estoy segura es que siente vergüenza. Creo que a eso se deben las
escuetas palabras con las que se refieren a los trabajos a medio hacer, las
vías cortadas, los paisajes cruzados por construcciones abandonadas. Siento que
prefieren no hablar y lo comprendo ¿tiene una explicación válida tanta desidia
por parte de la autoridad? ¿es posible verbalizar el engaño del que fueron
objeto? ¿qué le provoca a un ciudadano ser burlado de esa manera?
En
fin, son esas algunas de las ideas que me hacen replantearme la idea de ciudad
y acercar esta temática a mi área de interés y a mi trabajo de investigación.
En ese sentido, Cuiabá y el legado de la Copa, sirve como paradigma para
analizar la ciudad neoliberal y como sus tentáculos atraviesan todo el amplio
espectro urbano. Cuiabá, como cualquier otra gran ciudad del mundo capitalista,
posee una estructura bien definida: los
espacios de poder en el centro, los sectores más acomodados en torno a dicho
centro y a manera de anillo expansivo, a medida que se van alejando del centro
se van degradando en condiciones de vida y agrandando en número de habitantes,
generando amplios anillos que, muchas veces, son los límites de la ciudad, y
que agrupan a los sectores marginalizados, periféricos, alejados de los centros
administrativos y de comercio, con menor acceso a servicios y con mala calidad
de conectividad, entre otros.
Es precisamente este escenario general el que
ocupan los discursos oficiales para convencer de los beneficios que puede traer
ser sede de la copa del mundo. Pero, por
supuesto, este “premio” no es un favor. La FIFA en perfecta armonía con el
modelo económico, selecciona a Brasil como sede, uno de los países miembros del
grupo BRICS que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (éste último país sede de la Copa del Mundo 2010),
todos países con economías emergentes y que se instalan como polos futuros de
dominio geopolítico, por sus recursos naturales, por su número de habitantes y
por sus economías estables dentro de la orbe. Entonces, resulta obvio que esto
no se trata solo de celebrar el deporte, sino que más bien busca que el país
sede sea un polo atractivo para inversionistas nacionales y extranjeros (no es
raro que el estado del agro negocio se haya convertido en unas de las ciudades
sede), y que se posicione en las rutas turísticas mundiales.
Ahora
bien, todas las promesas que vienen como corolario de lo anterior, solo son
reales para los mismos privilegiados de siempre, los que pueden entrar a
competir en las grandes ligas económicas. Incluso las mejoras viales y en
infraestructura (tanto las que se cumplieron como las que no) son beneficios
para la clase media, media alta y alta. Las grandes masas de ciudadanos en la
línea de la pobreza siguen asistiendo como espectadores al carro triunfal de la
modernidad, la prosperidad y el desarrollo. Y como si no bastará con eso muchos
se ven perjudicados por la especulación del valor del suelo y las consiguientes
expropiaciones, que en Cuiabá se estiman en 180 inmuebles aproximadamente. En
este sentido, cobran fuerza las siguientes palabras:
É
possível compreender porque Bauman (1999; 2004) aponta que o espaço globalizado
perdeu fronteiras para os turistas consumidores e para os investidores e ganhou
fronteiras para os desempregados, miseráveis e, nas nações com democracias de
baixa intensidade, também, para trabalhadores subalternos (GALINDO, 2014)
La
pregunta aquí es dónde está la ciudad planeada, construída y creada por los
ciudadanos. Pareciese ser solo la proyección de una utopía, muy lejos de la
ciudad neoliberal: ciudad desmembrada, torcida, mudada, excluyente, cruel, inhabitable,
y segregadora. Henri Lefebvre definió el
“derecho a la ciudad” (1978) como un derecho a construir una ciudad y una
sociedad no capitalista. Respecto a este concepto es importante apuntar:
O
que entendemos aqui como direito à cidade, como direito à vida urbana, direito
aos equipamentos urbanos, ao controle do território, direito à atividade
criadora, simbolismo, à atividades lúdicas. O direito a cidade deve passar pela
participação na formação do território e pela real apropriação do grupo social
sobre o território que ele ocupa (FERREIRA, 2015).
En
ese sentido, el suelo debe ser defendido de la apropiación privada que pretende
la burguesía y que reduce el uso del suelo a los vaivenes de la tenencia del
capital. Hoy debemos releer a este geógrafo marxista y recuperar esa fuerza
ideológica aplicada a los nuevos contextos.
En ese sentido:
(…)
el derecho a la ciudad mantiene su vigencia precisamente porque la intervención
urbana del capital financiero y la privatización de los servicios urbanos y del
suelo urbano, han profundizado aún más las contradicciones sociales urbanas que
estudió Lefebvre. Hoy tenemos mayor crecimiento económico, expansión urbana y
mejores condiciones tecnológicas para diseñar la ciudad, sin embargo los
mecanismos de segregación espacial, el empobrecimiento de la experiencia urbana
y la restricción de la participación y la democracia urbana, dificultan el acceso
a la ciudad a la mayoría de sus habitantes (MOLANO, 2015).
El mayor problema es que esa ciudad
descrita anteriormente, es la fuente generadora del miedo. El ciudadano que
posee unos pocos o muchos privilegios vive asustado de ese otro que no los
tiene; el que no tiene ningún privilegio (y aquí especulo) vive con el miedo a ser borrado, más excluido aun,
más limitado. Echado a su suerte hasta el miedo tal vez pierda. Y en ese punto,
conciudadanos, TODOS perdemos.
La línea divisoria descrita recién
pareciera ser muy clara, definible, rastreable. Pero, con la realización de la
Copa, se hace patente otro miedo, uno que nos hermana a todos los que no somos
poseedores del gran capital ni altos funcionarios públicos: el miedo al Estado.
Un Estado que no nos protege, que funciona como “Gran empresa”, administrando
nuestros recursos en favor de unos pocos, utilizando todo el aparato
burocrático para consolidar un estado neoliberal, ese estado que con leyes,
reglamentos, edictos y leyes de excepción ni siquiera es capaz de controlar que
se cumplan los contratos firmados con privados, ni los castiga, ni los
persigue. La corrupción es evidente y es ella la que desmantela poco a poco la
idea primigenia de ciudad. Y el miedo esa “bruma fluida, viscosidad inasible”
–dice Kristeva (1998, p. 14)- penetra todo, se expande, se cuela y deviene
silencio.
Entonces, ¿cuál es el sentido de la
intervención urbana realizada a raíz del primer no – aniversario de la entrega
de la obra del VLT? Me gustaría decir que romper el miedo, pero no podemos
exagerar. Apenas rompimos un poco el silencio. Por primera vez participo en
este tipo de expresiones artísticas y por primera vez le encuentro un sentido a
las mismas. Y el sentido está dado porque las reflexiones anteriores salen al
público, a la calle, a habitar la ciudad y obviamente no con el contenido
teórico a cuestas, sino como metáfora visual. Y para mi esa esa es la expresión
artística que se justifica. Para todos aquellos que vieron lo que se estaba
haciendo sobre las ruinas del VLT hubo un recordatorio, los obligamos a romper
el silencio y dialogar y reflexionar sobre lo que aconteció. Breve, tal vez,
pero no por ello menos significativo. Aportamos con un primer paso para
realizar cualquier cambio: Por un par de horas desnaturalizamos lo naturalizado.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
FERREIRA,
A. (2015) A (re)produção do espaço
urbano: confrontos e conflitos a partir da construção do espaço social na
região metropolitana do Rio de Janeiro. Disponible en: http://www.geo.puc-rio.br/index.php/projetos/33-a-reproducao-do-espaco-urbano
GALINDO,
D. SILVEIRA, F. COPA 2014: a produção
biopolítica de uma cidade onde a exceção se tornou a regra. En: Revista Psicología política, Vol° 14, Num.
29, pp 87-99.
KRISTEVA,
J. (1998), Poderes de la perversión.
Catálogos, Buenos Aires.
LEFEBVRE,
H. (1978) 4° Ed. El derecho a la ciudad.
Ed. Península. Barcelona.
MOLANO,
F. (2015) El Derecho a la Ciudad en la
ciudad neoliberal: una agenda estratégica para la lucha urbana. Disponible
en: http://www.modep.org/2015/05/14/el-derecho-a-la-ciudad-en-la-ciudad-neoliberal-una-agenda-estrategica-para-la-lucha-urbana/
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